En estos tiempos de confinamiento y virtualidad obligatoria, la escuela se enfrenta a un enorme desafío. Desde ya que docentes, familias y alumnos, también.
Desde hace algunas semanas, el área de Matemática se ha reinventado. Si bien hace un tiempo habíamos incorporado herramientas vinculadas al uso de la tecnología, en esta oportunidad, el cambio debió ser aún más radical. Hubo que, no solamente digitalizar nuestra herramienta principal de trabajo (el libro de Matemática), sino también las clases. Por tal motivo, adoptamos una modalidad de trabajo acorde a la necesidad del momento.
Cada grado comenzó a realizar sus actividades en un documento de Word. El mismo, contiene las propuestas del libro con un espacio para poder incluir procedimientos, cálculos y respuestas. Ese archivo, es recibido por cada docente y sobre el mismo, no solo se realizan las correcciones, sino también, comentarios u observaciones sobre lo realizado. Esta parte es fundamental en la búsqueda de no perder la valiosa interacción que lo áulico posee. A su vez, se sumaron encuentros virtuales por medio de Zoom. Esas clases online tienen como propósito generar ámbitos propicios para la discusión e intercambio colectivo. Al mismo tiempo, aprovechamos la herramienta de compartir pantalla para observar documentos preparados por los docentes o bien, usar la opción del pizarrón. Sobre el mismo, tanto docentes como alumnos, podemos compartir ideas, procedimientos, cálculos, resoluciones o incluso formular nuevos interrogantes.
Indudablemente nada de todo esto reemplazará la escuela ni las interacciones que allí se suceden. De todos modos, consideramos que es una buena manera de continuar incorporando contenidos, como así también, evitar la pérdida del hábito escolar.
Joan Wolf (maestro de Matemática de 6to y 7mo y asesor del área de Matemática)